Historia de adopción del matrimonio Escudero Valenzuela
“El proceso no lo encontramos tan largo, es lo necesario, ya que somos nosotros quienes lo hacemos, solicitamos las horas correspondientes con los profesionales y, entre más rápido se toman las decisiones, más se agiliza todo”, asegura la pareja.
La historia del matrimonio Escudero Valenzuela es la expresión máxima del amor en familia, ese que se anhela y se escribe en novelas, con tintes diferentes al común denominador: un amor que se forja entre cinco miembros, o quizás, mañana, entre seis.
Una década llevan construyendo su vida, periodo que se ha forjado con penas, aprendizajes, alegrías y, por supuesto, dicho periodo ha sido suficiente para vencer temores y agrandar la familia a cinco integrantes.
En un comienzo eran los Escudero Valenzuela junto a su hijo (23), no obstante, la familia sentía que faltaban integrantes por incorporar. Fue así como la idea de convertirse en padres adoptivos tomó fuerza: “Ese proceso lo pensamos cuando notamos que necesitábamos agrandar la familia. Hace seis años atrás lo conversamos y lo decidimos, llegando así nuestro hijo e hija”. Ambos hacen una pausa, se toman las manos, se miran el uno al otro, ríen y comentan: “no cerramos las puertas de nuestro corazón a otro integrante”.
El proceso no estuvo exento de temores, los rumores de que la adopción es larga y que los requisitos son demasiados eran algunos de los comentarios que sus cercanos hacían. No obstante, la decisión estaba tomada: “teníamos un prejuicio de no saber y conocer el sistema. Más que todo era el entorno que nos metía miedo, pero poco nos importó, porque para ser padres siempre hay un temor. En ese sentido, cada vez que nos consultan explicamos que no todo lo que muestra la tele es verdad”.
La llegada de un hijo mediante el parto se proyecta en un plazo de nueve meses, pero por primera vez el matrimonio experimentaba otra gestación, una en la que se involucraban otros actores que permitirían cumplir el sueño de hacer crecer la familia: “La adopción no la encontramos tan larga, es lo necesario, ya que somos nosotros quienes hacemos el proceso, solicitamos las horas correspondientes con los profesionales y, entre más rápido se toman las decisiones, más se agiliza todo”, señalan.
Momento del encuentro
Superados los primeros pasos previos a la adopción, llegó el momento de encontrarse cara a cara con ese niño y niña, que en un futuro próximo regalarían de corazón al matrimonio los primeros mamá y papá. Ese día la ansiedad y nerviosismo era producto del temor al rechazo, no obstante, el miedo se difuminó con un fuerte y cálido abrazo: “el momento del encuentro fue de piel inmediatamente, ya que cuando te abrazan sabes que son tuyos”.
Cumplido el proceso judicial de rigor, la familia creció el 2016 con la llegada de su hijo, en ese entonces de 9 años, y en 2020 llegó la conchito, de 5. Ambos cambiaron radicalmente la vida del matrimonio e hijo, la mesa creció y los viajes ahora son con diversas paradas para probar nuevos sabores y comidas. Existen motivos suficientes para hacerlo.
La pareja tiene presente que existen muchas familias que serían excelentes padres y madres, pero que las dudas nublan dicha virtud: “Han venido matrimonios a nuestra casa para obtener información del proceso de adopción con el Servicio Nacional de Menores (Sename), a quienes les hemos dicho que toda crianza nunca ha sido fácil, es normal que tengan dudas, pero para avanzar no puedes vivir de dudas. Si un matrimonio desea tener su hijo deben tener la película clara, y saber que afrontaran momentos de no coincidir con sus comidas, o que mandan ellos; en esos momentos uno los empieza a conocer, es ahí donde empieza la crianza y darles a entender que ellos ya no están solos y que ahora somos una familia, que nosotros somos sus padres y cualquier problema juntos lo podemos resolver”, afirma la pareja.
Por último, los Escudero Valenzuela han querido regalar el siguiente mensaje a las familias que les falta el impulso final para atreverse: “La felicidad se vive de manera personal y no tenemos como traspasar la nuestra a ustedes. En ese sentido, todos tenemos días buenos y malos, nosotros como matrimonio nos hemos encargado de tener siempre días buenos junto a nuestros tres hijos. A todos los sentimos propios, como si los hubiéramos parido, y no, no nos molesta cuando se refieren a hijos adoptivos porque sabemos el origen, pero con el tiempo se mimetizan tanto que uno se olvida que no los tuvimos”.